Aclarando, que es gerundio.

La finalidad de este post es mostraros acciones que las familias, conscientemente o no, a veces llevan a cabo. Suelen ser muy molestas para el profesorado, llegando en ocasiones a enrarecer el clima de la relación familia-escuela.

 

Educación.

En un principio se consideró que las responsabilidades de familia y escuela eran distintas. Los padres debían enseñar a sus hijos buenos modos, mientras que la responsabilidad de los maestros era la enseñanza de la lecto-escritura, cálculo, etc.. Con esto lo que ocurrió es que familia y escuela empezaron a perseguir objetivos independientes, lo que en ocasiones derivaba en conflictos. Esta manera de entender la educación ha sido sustituída en los últimos años de manera que ambas tienen responsabilidades compartidas, deben cooperar en la educación.

Con el impacto social que ha supuesto la inclusión de ambos progenitores en la vida laboral, las familias han tendido a volcar todo el peso educativo de sus hijos en la escuela, obviando que los educadores no podemos hacer al mismo tiempo de padre, madre, médico, maestro y vigilante. Cada participante en la educación integral del niño tiene su parcela y su campo de actuación y, por ende, sus obligaciones para con el niño.

Las familias no pueden olvidar que son el primer ámbito educativo en el que se desarrolla el niño.

Límites.

La profesión de maestro ha ido cambiando socialmente igual que lo ha hecho el respeto hacia el que la ejerce por parte de la familia y el alumno.

Con el paso del tiempo se ha ido produciendo una relajación en las relaciones profesor-alumno de tal manera que el día que desapareció el "usted" para dirigirse al maestro, se inició el declive de dicha relación. El maestro que dejaba a su alumnado tutearle era el maestro "guay", era el que "molaba". Poco a poco, se fueron relajando los maestros hasta llegar a la situación actual en la que el respeto brilla por su ausencia.

Evidentemente, eliminar el "usted" no es la causa de esto, sino más bien una consecuencia menor. Lo grave de la cuestión aparece cuando las familias cambian su actitud hacia la figura del profesorado y empiezan a creer que la escuela es la que debe educar a sus hijos en todos los ámbitos. Como ya mencioné en el apartado anterior, los maestros no podemos ejercer mil roles a la vez. Esto es algo que ejemplifica muy bien Forges en la siguiente viñeta:

 

Las familias han dado un giro de 180º en lo referente a su relación con el maestro. Antes, cuando un maestro castigaba a un niño y éste lo contaba en su casa, la familia le reñía para que entendiese que el maestro lo había castigado por una buena razón. Hoy día todo es muy diferente, las familias cuestionan la autoridad del maestro para castigar a un niño y, lo que es peor, acuden a los centros educativos dispuestos a agredir verbal e incluso físicamente al maestro. Estamos vendidos, o nos defendemos entre nosotros estando bien unidos en el claustro de profesores o llevamos las de perder, esa es nuestra triste realidad.

 

Hace unos días, en mi centro de trabajo, una madre de un alumno de 5 años vino a decirle a la maestra que tenía que enseñar a su hijo a multiplicar, argumentando que ella le había comprado los "cuadernillos Rubio" y el niño no sabía hacerlo. Evidentemente mi compañera le dijo a la señora que no pensaba enseñarle a multiplicar ya que había muchas cosas que su hijo debía aprender antes que todo eso y que si quería que le enseñase ella en casa. Pues la buena señora se marchó muy ofendida a casa, aunque, eso sí, decidió que ese día el niño se tenía que quedar en el comedor escolar porque no sabía leer. Vivir para ver.

Pero nuestras anécdotas no quedan aquí, hay algo que es muy habitual y que las familias no entienden: los maestros tenemos dos ojos, ni uno más que ellos. Si a usted se le cae su hijo y se destroza la rodilla, no pasa absolutamente nada, es cosa de niños. Ahora bien, si al niño le pasa lo mismo en el patio de recreo, no entienden que nosotros tenemos que vigilar a 25 más como su hijo utilizando el mismo número de ojos que ellos para uno. Ya no es cosa de niños, sino de la maestra de turno, que no tiene cuidado, que no vigila bien a su hijo. En definitiva, señoras que al parecer "han parido por un ojo".

En fin, lo que quería expresar es que al maestro se le presuponen más funciones de las debidas, se le cuestiona constantemente y se le falta al respeto a la primera de cambio. Aún así, soy maestra por vocación y no lo cambio por nada del mundo, pero no estaría mal que las familias nos entendiesen de vez en cuando.